sábado, 10 de julio de 2010

Cuéntame


CIRULO LACANIANO DE PSICOANÁLISIS
ESTUDIO INTERDISCIPLINAR DEL SUJETO DE LA MODERNIDAD ACTUAL





SEMINARIO
SEXUALIDAD HUMANA EN Y POR EL LENGUAJE



Zoila María Cuayal Valllejo
Psicoanalista
Psicóloga, Universidad del valle –Cali.
Master en Teoría Psicoanalítica, Centro de Investigación
CIEP, MEJICO D.F.
Especialista en Educación Fundamental, Universidad Piloto Bogota.
Dedicada a la:
*Asistencia Clínica, hace,30 años, con Especialidad en Psicoanálisis de: Niños, Adolescentes, Adultos, Parejas. Consultorio Particular.
*Investigación . Escritura. Dirige el Círculo Lacaniano.


Buenas noches. Agradezco la cortesía de Santiago Cubillos en la Fundación y de Carlos Alberto Pineda, Filósofo miembro del Círculo Lacaniano de Psicoanálisis, el estar aquí con Ustedes para hablarles sobre: Sexualidad Humana en y por el Lenguaje, tema que pude ser uno de los varios puntos de entronque que hay entre el psicoanálisis, es decir, la práctica del psicoanalista y la relación: CUERPO, REALIDAD, VIDA Y TIEMPO, dimensión del saber que es ya una propuesta de la Fundación para exponer en el actual ciclo de seminarios de Filosofía.
A propósito, vale la pena hacer un adelanto sobre los caracteres fundamentales del inconsciente, verdadera creación de Freud cuya función ilumina una instancia del psiquismo humano que hasta esa fecha había sido restringido un a la dimensión de lo consciente según la ciencia psicológica Freud marca ruptura e este campo del conocimiento y progresivamente en su enseñanza sustenta hasta las últimas consecuencias. El inconsciente se instituye por la acción de la represión originaria que opera por efecto del lenguaje, cuando el sujeto habla, es decir, a un momento determinado de su desarrollo es capaz de sustituir el goce irme de el goce inmediato de la cosa el goce inmediato de la cosa (Das-ding), en la relación cuerpo a cuerpo con la Madre, goce prohibido que deviene substituido por la acción de la palabra como mediadora entre el sujeto y el objeto cuya función enseña el goce permitido y mediatizado llamado también goce fálico. Freud prosigue y señala que más allá del principio del placer está el principio de realidad, espacio y tiempo que combina la sexualidad en un sentido amplio articulado al cuerpo por sobre la función biológica del goce genital en vía de la reproducción, que si bien es un aspecto importante no es más que un capítulo dentro del campo el sexual.
El núcleo del inconsciente consiste en agencias representantes de pulsión que quieren descargar su investidura; por tanto o en mociones de deseo. Los procesos del sistema inconsciente presentan ausencia de contradicción, proceso primario (movilidad de las investiduras), carácter atemporal, al menos en el sentido cronológico de presente pasado, futuro y la sustitución de la realidad exterior por la realidad psíquica. He ahí los rasgos cuya presencia precisa el proceso del sistema inconsciente.



EL CUERPO ¿Acaso se exagera el papel de la actividad simbólica?

No de ninguna manera, es importante no olvidar la frase de Lacan: “No es el hombre el que constituya lo simbólico, sino es lo simbólico lo que constituye al hombre, cuando el hombre nace, entra al mundo simbólico que esta ya allí; y no puede ser hombre si no entras en lo simbólico”. Obsérvese que Lacan, en el proceso de constitución del sujeto y de la sociedad afirma la importancia de lo simbólico. Hay dos significantes distintos, hombre y mujer. Según cada uno de estos dos significantes, a los que se articulan algunos otros, se opera la identificación a ciertos trazos ideales (trazos unarios dice Freud) que separan: los hombres por un lado, la mujeres por el otro.
Así, contrariamente a lo que dice Jones (a los boys el falo, y a las girls la c…), no se nada de hombre o mujer. Se lo deviene por identificación. El órgano no es lo primero sino que lo determinante para el futuro del sujeto y su ubicación, de un lado o del otro, es el lenguaje (¡en este caso, sobre el órgano!). En efecto, se los identificara por ciertas marcas literales que hace distinción. Se lo distingue: “¡Oh! El pequeño hombrecito es un niño que...Que…y que…” y se agrega “es un verdadero varón“. Por el otro lado para la pequeña niña lo mismo; y Este a si gracias a Dios guardarsi esto no pega entonces se dice: “es casi un varón”, suponiendo así que aquello que falta es la feminidad en tanto que esta ahí, por cierto, pero oculta en el fracaso mismo, el varón.

Dicho de otra manera cada uno y cada una, es llamado(a) para seguir una vocación prematura por suceso. Esto conforme a los tipos de ideales de la persona la cual es según su etimología griega lo que hace su mascara, apariencia, como dice Johan Riviere: “Mascara pero aplicándolo tanto al hombre como a la mujer. Y es en función de la persona que luego como resultado tomara valor, la pequeña diferencia”. Para decirlo de otra manera ser hombre y ser mujer implica un camino largo y culebrero que progresivamente se opera en el proceso desde que nace hasta que se muere, la dimensión del género masculino y femenino que evoca su propia decisión.

Volvamos al cuerpo, esa dimensión de psiquismo que se crea por efecto del significante como el gusano que lo hiende, pero a su vez, en el interior de ese vasto campo simbólico en el sentido amplio se tiene tendencia a designar como, mas propiamente simbólico, lo que depende del cuerpo, del sexo, de la castración, de psicoanálisis. A esta dimensión del cuerpo ha llegado Barthes restringiendo el sentido de la palabra “símbolo” que traduce pacto, y ha llegado a señalar que se podría entrar en lo simbólico total por tres entradas: A. una entrada retórica o poética (la antitesis) es decir, el síntoma sujeto que se escribe con S tachada. B. Una entrada simbolica (el cuerpo, el sexo). C. Una entrada económica (el otro).
Ahora bien si en sentido parcial y preciso del término “ cuerpo”, remite a las escrituras en donde la lectura psicoanalítica deberá afirmar la identificación del goce, el goce sentido en el cuerpo, en tanto la teoría y técnica apuntan al sentido del discurso del sujeto en análisis. Lo cierto es que hay que reconocer la igualdad de estas trece entradas, ninguna prevalece sobre las otras, ninguna rige a las otras aunque, la del simbolismo psicoanalítico puede parecer más importante.

Lacan nos enseña que el niño hoy entra ya en lo simbólico cuando descubre su propia imagen en el Espejo a la edad de seis meses. En el estadio del Espejo, es decir, ese momento en el que por primera vez aprehende la imagen de su cuerpo reunido. No podemos desconocer que el hombre es el animal que nace demasiado pronto, biológicamente es un prematuro. Al nacimiento le sigue, en consecuencia, durante cierto número de meses un estado de imposibilidad de motriz y elocutora, de desgarramiento, inacabamiento biológico. Y bien, a este estado que define lo propiamente humano en el campo biológico, el bebé lo compensa simbólicamente cuando ve su imagen reflejada en un Espejo.
Lo que vivía como fragmentado se le aparece repentinamente como la imagen del otro; desde ese momento comienza toda la aventura de la intersubjetividad, de la constitución del YO (je) sin importar la cultura que le ha dado la bienvenida.

LA CULTURA.
La cultura es un fenómeno esencialmente simbólico, una red de relaciones significantes en donde el organismo humano se constituye como sujeto. El orden simbólico y exterior al sujeto es el Otro respecto de Él, el universo del que este último debe tomar su lugar. No es sujeto antes y fuera de este orden, por el contrario, él es efecto de aquel, efecto de la palabra y el lenguaje.

Como efecto del orden significante, el sujeto es entonces lo representado siempre por un significante para otro. Esto determina una consecuencia fundamental para la cultura: como el significante solo puede representar al sujeto sin llegar a decir jamás lo que él es, una imposibilidad es inherente a la esencia misma del orden simbólico. Falta allí un significante, aquel que pueda decir lo que el sujeto es, aquel que me pueda decir lo que soy para el Otro.
El Otro, sitio del significante, es también lugar de la carencia, del goce como inaccesible para quien habla; la pérdida fundante de la existencia de todo sujeto en el orden cultural puede definirse como pérdida de goce. El goce no se asimila al placer pues designa eso que el significante es incapaz de articular, es decir, el punto de carencia en la cadena significante: “ el goce, señala Lacan, está prohibido a quien habla como tal”.
El goce se sitúa allí donde la palabra tropieza, por falla, falta. En el momento en que la palabra se confronta con lo y inarticulable. Su proximidad supone el peligro de ruptura de toda referencia simbólica, confina con el horror. De ahí su lazo esencial con la pulsión de muerte introducida por Freud.

Precisamente porque el goce constituye una amenaza para la subsistencia del orden simbólico, la cultura se funda como la organización humana que compré una función fundamental: proteger a los seres humanos del goce o, en términos freudianos, neutralizar esa pulsión de muerte cuya manifestación más notable es la universal inclinación agresiva de los seres humanos.
En El Malestar en la Cultura Freud afirma que “la inclinación agresiva es una disposición autónoma, originaria, del ser humano”, lo que determina que”la cultura encuentra en ella su obstáculo más poderoso”. Esto es así porque la cultura se define como “ un proceso al servicio de Eros que quiere unir a los individuos aislados, luego a las familias, después a las etnias, pueblos, naciones, en una gran unidad: la humanidad. (S. Freud, “El Malestar en la Cultura”1921, O. C. Amorrortu XXI, pp.103 -17).

La existencia de la cultura determina la institución de la imposibilidad y esta imposibilidad, toma forma discursiva en ella bajo la forma de la prohibición, es decir, de lo que se denomina Ley. La ley designa aquello que estructuralmente es una imposibilidad; lo designa como esencialmente prohibido: la prohibición del incesto es la base de la cultura, la ley fundamental y el fundamento de la ley. Por ella viene inscribirse en el discurso la imposibilidad estructural del goce.
Se trata, en síntesis, de dos maneras diferentes a través de las cuales impera el espejismo de la existencia de Otro plenamente consistente, ante el cual el sujeto debe ceder en su deseo, ya sea para someterse a su demanda o para convertirse en un instrumento para su goce.
El elemento co incidente de estas dos concepciones es entonces la idea del Otro, es decir, por su deseo y, por lo tanto, por el deseo del sujeto.

EN SINTESIS LA SEXUALIDAD HUMANA:
Cito a Lacan en el libro III sobre las Psicosis p. 91, “ si el reconocimiento de la posición sexual del sujeto no está ligada al aparato simbólico, el análisis, el freudismo, no tienen si no que desaparecer pues no quieren decir absolutamente nada. El sujeto encuentra su lugar en un aparato simbólico preformado que instaura la ley de la sexualidad. Y esta ley sólo permite al sujeto que realice su sexualidad en el plano simbólico. Es eso lo que quiere decir el Edipo, y si el análisis no supiese eso, no había habría descubierto absolutamente nada”.
Esa comienzos del siglo XX, al abordar este tema en 1905, que Freud debía comenzar por demostrar que, contrariamente a la opinión popular y al saber de la época, la sexualidad estaba presente mucho más allá de donde se la centraba, en el adulto y en torno a la cópula y la función de reproducción. Hoy, al comenzar el siglo XXI, nos vemos obligados a un movimiento inverso, a restringir y cuestionar la ideología que ve a la sexualidad ya sus símbolos por todas partes. Es un efecto paradójico del éxito del psicoanálisis que ha marcado al siglo con sus tesis provocando de tal modo un nuevo cierre del inconsciente. La mística de la represión ha sido sustituida por una nueva mística, de la liberación ahora, que sostiene la misma anterior represión.
Pero Freud mismo no fue ajeno a la dificultad de que puede apreciarse en el párrafo final del prólogo de 1920 a sus “ Tres Ensayos” donde sostiene que la mayor fuente de resistencias al PSICOANALISIS procede de su “ insistencia en la importancia de la vida sexual para todas las actividades humanas”, a la vez que califica como “disparatado reproche” a seguido y escapar l pansexualismo atribuido al PSICOANALISIS en contraposición al “falocentrismo”, en tanto el falo, es el significante de la falta, es el fundamento del orden simbólico, es el significante destinado a designar en su conjunto los efectos de significado, en tanto que el significante los condicionan a por su presencia de significante”.
Muchas gracias.

II. ECONOMIA Y SEXUALIDAD. Algunas consecuencias políticas de la diferencia de los sexos. Papel de la mujer en la sociedad actual.
Valga la pena aclarar que no es nuestra intención abordar aquí el tema de la sexualidad femenina, sino el de la diferencia de los sexos, aclaración que consideramos es requisito previo indispensable para centrar en una dimensión correcta el tema de la sexualidad, tanto masculina como femenina. Siguiendo a Freud observamos que la diferencia anatómica (entendida como presencia o ausencia del pene), aunque tempranamente percibida por el niño (a), no se hace significativa para el y para ella hasta después de la incidencia de la amenaza de castración. Amenaza de castración proveniente del orden simbólico que es, significando la anatomía, dar relevancia y organizada retroactivamente (aprés coup) la percepción. Así, la percepción no es un dato primero, derivado directamente de la anatomía, sino que es una consecuencia de la organización significante de la que es la sexualidad depende: el complejo de castración. Esta aclaración vale la pena tomar en cuenta para otros eventos del orden sexual como por ejemplo el abuso sexual de los niños, es muy frecuente allí testimoniar que la gravedad del asunto sólo puede alcanzarse en los niños y niñas con base en la significación que represente dicho acto, para los adultos para los adultos que velan por la protección y la alianza de los menores. Y lo que es peor todavía el camino que recorrer en la intimidad el sujeto, el haber sido abusado sexualmente y coaccionado a guardar silencio.
La la elección del tema que aquí planteamos acerca de la diferencia de los sexos ha surgido de una preocupación particular observada a través de la consulta clínica en educadores y Padres, como también por el deseo de averiguar si los conceptos psicoanalíticos sobre la diferencia de los sexos, pudieran funcionar, en el campo de la política.
Frida Saal en su libro, Palabra de Analista, ha trabajado juiciosamente este tema que nos sirve de gran apoyo. Ella afirma: los deslizamientos desde el terreno psicoanalítico al de la política pueden producirse insensiblemente, anulando trasplanteos y reivindicaciones políticamente justos o justificables la especialidad psicoanalítica. ¿Es posible pensar la diferencia de los sexos en el seno del psicoanálisis sin que la conclusión de venga consigna política?. Es decir, sin que se produzca un deslizamiento que, más allá de la validez política de la consigna implique un abandono del psicoanálisis, o al revés, desde la política, la ilusión (en el sentido freudiano: creencia movida por Hong deseo) puede presionar al psicoanálisis en la dirección de una demanda de razones o racionalizaciones que permitan sostener ese maridaje tantas veces buscado es siempre fallido del marxismo con el psicoanálisis.

EL IMAGINARIO DE CADA SEXO.
El tema de la diferencia de los sexos ocupa un lugar central aunque no siempre reconocido y valorado entre las causas del malestar en la cultura. Hasta se podría aventurar que el malestar que genera la diferencia sexual tiene mucho que ver con la producción misma de la cultura; que el malestar inducido por esta diferencia irreductible es la llave que organiza el deseo y abre un camino para la producción de la cultura.
La mención del registro imaginario sirve para ubicar lo que a nuestro entender fue el escollo fundamental fue en que estuvo jugando en la forma polémica que se despertó un entre los psicoanalistas cuando Freud postuló la existencia de una fase fálica en el desarrollo psicosexual. (no es el caso aquí para detenernos en dicha polémica).
Luego de un premio primer período de la obra de Freud en que se atribuye a la niña un desarrollo similar y simétrico al del niño durante las primeras etapas de la organización libidinal sigue otro período en el que empieza a plantearse y a pensarse el tema de las diferencias: a) diferencia en cuanto a la elección de objeto; b) diferencia en cuanto al complejo de castración; c) diferencia en cuanto a la valoración narcisística de los propios órganos genitales a partir de su diferente estructura.
En los últimos trabajos sobre el tema se subraya que la primera elección de objeto de la niña recae sobre la Madre, y que son sus variaciones ulteriores las que permitirán o no acceder al ser femenino según como se resuelvan en ella los juegos identificatorios con ducentes a la elección objetal.
La etapa fálica, se sabe, está centrada en la premisa universal del falo que, según las teorías infantiles, sería atribuido a todos los seres humanos, (tal teoría sexual deviene fatal para el niño cuando descubre que la mujer Madre carece del falo, le despierta horror que tiende a resolver imaginariamente colocándose en el lugar de fetiche).
Es allí donde por comparación de los órganos que asumen esta representación fálica, pene en el varón y clítoris en la niña, se plantearían diferencias fundamentales que incidirían en el destino de ambos.
La percepción de la diferencia es la que hace suponer al niño varón, que la ausencia de pene en la niña, es el resultado y cumplimiento de la amenaza de castración: sí otros (ellas) no lo tienen es que él puede perderlo. De allí la puesta en movimiento de importantes cambios que pasan por la renuncia a la Madre como objeto de amor, la identificación con el Padre y la consiguiente destrucción o sepultamiento del complejo de Edipo, que de esa constituidas en el sujeto esas instancias ideales que abren camino a la realización en el campo de la cultura y que convalidando la promesa del acceso postergado de las otras mujeres, las no vedadas por la ley.
Por lo que concierne a la niña la visión del pene del hermanito o del compañero de juegos la lleva a sentirse “ castrada”, y éste, “ya castrada” tiene también efectos decisivos: desea tener lo que no tiene y la envidia, “deseo del pene” será la característica dominante en su psiquismo; este deseo de pene será trocado por el deseo de tener un hijo del Padre (ecuación niño-pene), introduciéndose así en el viraje hacia una feminidad asumida que exigiría: un cambio de objeto, reemplazo de la Madre, primer objeto del amor, por el Padre; y también un cambio de zona, pues deberá abandonar el clítoris como zona privilegiada para descubrir y desplazar el papel dominante de la vagina. Decimos que los efectos son decisivos ya que los hechos en el varón significan renuncia o sepulta miento del complejo de Edipo e instalación de las instancias ideales, son factores que en la niña en tanto y en cuanto “ya castrada”, la introducen en el complejo de Edipo posteriormente en comparación con el niño varón. Vale la pena recordar aquí la definición que Freud nos enseña del complejo de Edipo: “ atracción sexual del niño(a) por el Padre del sexo opuesto y rechazo por el Padre del mismo sexo”.
Por lo tanto el complejo de Edipo en la mujer es el resultado final del desarrollo más prolongado; no es destruido por el influjo de la castración si no creado por él; escapa a las íntimas influencias hostiles que en el varón producen un efecto destructivo, e incluso es muy frecuente que la mujer nunca lo supere. Por eso son más pequeños y de menor alcance los resultados culturales de su descomposición: como la amenaza no puede ser efectiva para quien nada tiene que perder, aparece de un espacio de afecto intrínseco que incapacita la mujer para lado los deslizamientos por sublimación y le cierra los caminos para la resolución de su conflicto o Edípico (Freud, Sobre la Sexualidad Femenina 1931.O.C. Amorrortu XXI p.280).

Vale la pena tomar en cuenta el error que se cierne y es el siguiente: la enorme importancia del papel que normalmente desempeñan los órganos genitales en la sexualidad masculina tiende a hacer que consideremos la castración, equivalente a la abolición completa de la sexualidad. Dicho error se desliza con frecuencia en nuestros argumentos, incluso cuando sabemos que muchos hombres quieren ser castrados por motivos eróticos entre otros: de modo que su sexualidad no desaparece con la renuncia al pene. En el caso de las mujeres, para quienes toda la idea del pene es siempre parcial y de naturaleza sumamente secundaria esto deberá ser aún más evidente. En otras palabras, el promedio de los temores de castración entre los hombres tiende a veces a hacer que olvidemos que en ambos sexos la castración constituye sólo una amenaza parcial (en tanto castración en lo real), por importante que sea para la totalidad de la capacidad y el placer sexual. Para el caso extremo de la extinción total, haríamos mejor en utilizar un término distinto, como por ejemplo la palabra griega a’fanisis, la cual remite a la extinción total y permanente de toda capacidad de placer sexual. Si escudriñamos las raíces (en la opinión de Frida Saal) del temor fundamental que subyace en todas las neurosis, llegamos a la conclusión de que lo que realmente ctm es esta afánisis. que concierne a la extinción total y permanente de toda capacidad, incluso oportunidad, de placer sexual.
Desde este punto de vista advertimos la distinción de la castración así planteada es de orden de lo imaginario y del orden real que no pasa a ser un temor. Lo que no se puede eludir es la castración simbólica, como efecto de la condición de ser hablante, humano deseante. Nueve
Mientras para Ernest Jones el sujeto renuncia el órgano para gozar el deseo, Lacan extrae la conclusión inversa; el sujeto renuncia al deseo, para guardar, no el órgano sino el símbolo, el Falo. La castración allí está sacada de todo realismo y ordenada en el orden simbólico.

Por lo que hemos escrito más arriba, observamos que los enfrentamientos teóricos alcanzan más o menos un inocultable carácter valorativo, un “ faro”, de lo masculino o de lo femenino, que a nuestro modo de ver sólo podría conducir a callejones sin salida.
En el psicoanálisis es posible retomar la controversia en idénticos términos porque: lo que está en juego en la batalla de los sexos no corresponde al orden de la anatomía (la mujer estaba ya castrada), ni podemos depositar en la biología la expectativa de un veredicto último. Hacerlo sería arriesgar con anular en la marcha todo lo que el psicoanálisis nos ha enseñado sobre la sexualidad, partiendo justamente de la sexualidad rebelde y resistente a las normatividades a saber, la sexualidad perversa; y de la sexualidad olvidada: la sexualidad infantil.. Porque sea todavía es necesario argumentar en el sentido de que la anatomía no es destino; ahí está la totalidad del campo de la experiencia clínica que partiendo de la homosexualidad y pasando por el travestismo y el fetichismo, a las psicosis transexuales, estructuras todas que constituyen la prueba el desmentido de cualquier aproximación ingenua.

Obsérvese que es imposible abordar psicoanalíticamente el tema de la sexualidad sin que nos obligue a focalizar la reflexión en torno a la triada que Lacan produjo con la diferenciación de los registros: de lo real, lo simbólico y lo imaginario. Según Él, nada se entiende de lo que es el cuerpo o de lo que es el sexo si no se distingue entre cuerpo real, simbólico e imaginario; y sexo real simbólico e imaginario.
La sexualidad obliga a replantear el estatuto del cuerpo y no puede hacerse simple y sencillamente asimilado a un hecho de la biología.
El cuerpo halógeno no es un dato primero y por tal razón no corresponde al orden de la biología. El recién nacido se encuentra sumergido en lo real, niño(a), es ese signo que nombra a la cría de hombre y mujer y que forma parte del conjunto de signos de la lengua. Debe pasar por la unificación significante a través del reconocimiento en la imagen especular. Es el modo en que la cara deviene al cuerpo. (Frida Saal, op.cit. p22).
Brecht hace decir a uno de sus personajes en su obra: un hombre es un hombre:
Mi Madre hizo una cruz en el calendario
El día en que nací, y yo era el que gritaba
Ese montón de cabellos, de uñas y de carne
Soy yo, soy yo

Lo real es ese montón, ni siquiera de cabellos, uñas y carne que ya son significantes; montón de cosas podríamos decir; allí está el recién nacido y la marca que la Madre hace en el calendario abre la posibilidad de que allí algún yo llegué a existir. El estatuto del cuerpo imaginario sólo ser alcanzado merced al soporte deseante de algún otro, de alguien que convalide esa representación a quien llamamos Madre. La carne real que no encuentra este imprescindible soporte deseante y simbólico adviene mito y no cuerpo: niño lobo, fortaleza vacía . Es el caso de las psicosis autistas, como brillantemente las describe Bettelheim.
Allí se puede observar una primera e importante subversión de un orden natural aparente, ya que no es el organismo en sus funciones naturales el que soporta y apuntala la aparición del deseo, sino que es el deseo del otro imprescindible para que el niño viva, el que asegura y posibilita la supervivencia corporal y la existencia del sujeto.


SEPARACION Y CORTE CONDICION DE SUJETO
A este modo de la especularIdad en que el cuerpos de unifica a través del encantamiento de la imagen le atribuimos una primera función de corte..Corte que permite por una parte unificar lo fragmentado, lo segmentado, a la vez que separa.
Diferenciación entre ese YO y lo que es NO YO, lo que es otro; a la vez que se ofrece a ese yo su objeto. Objet o ya perdido desde el momento de constitución como yo y otro: como uno y otro.
Sobra aclarar que este corte sólo es el primero en la dirección de la construcción de la subjetividad, en la constitución del sujeto deseante, ya que el deseo del otro es requisito previo para que ese yo sé estructure como uno, unificado.
Imagen especular y nombre propio, Narciso Eco. Escisión fundante del ser, la Spaltung. Cuerpo que deberá ser hablado para llegar a ser hablante. Eco que recibe del otro un nombre (llamado nombre propio): significante carente de significado, significante donde el sujeto deberá llegar a ser.
Parafraseando a Jones, quien la polémica sobre la feminidad recurre a la frase bíblica “ Dios los creo hombre y mujer”, podríamos decir que, si Dios los creo, los creó ni hombre ni mujer, pero distintos, uno y otro. (Es detalle conocido que para él niño la diferencia de los géneros precede a la diferencia de los sexos. Podríamos decir que la diferencia está desde siempre, en el orden del significante, en el orden simbólico, desde donde distribuye emblemas y atributos de género. Estos atributos resignificarán como diferencia sexual en el camino de las identificaciones que llevarán al sujeto humano a ser hombre o ser mujer, o cualquier combinación de ambos).
Sospechamos que aquí yace la razón del fracaso en los intentos de definición de lo masculino y lo femenino, homologados a la oposición activo/pasivo, según la equivoca metáfora biológica del óvulo y de el espermatozoide. Porque el contenido de lo que puede ser masculino y femenino no posee ninguna esencialidad natural, adquiere diferentes modalidades acordes con una historicidad socialmente determinada y con variantes en el tiempo y en el espacio. Sea lo que aparece como femenino y masculino es contingente y cambiante a lo largo de la historia entre diferentes culturas podemos preguntar dos, ¿qué es lo que conserva un carácter estructurante y fundante? Lo que es fundante es la diferencia de los sexos, y esa diferencia es un efecto del significante. De allí la promoción al primer plano del significante Falo, que es el significante de la diferencia. Lugar de la represión originaria, tachaduras que fundara al sujeto separándolo, cortándolo diferenciándolo de el Otro, promovido a objeto del deseo ya y desde siempre perdido. Perdido desde siempre porque podemos decir que, cuando el objeto estaba, aún no era, ya que sin corte, sin diferenciación no hay sujeto deseante mi objeto del deseo, y, cuando era objeto, ya no estaba. La pérdida, la carencia, la ausencia de ese objeto es requisito para que yo y otro a advenga. Para que el deseo exista, para que se establezca la dialéctica del uno y del otro.

LA CASTRACION, EL TERCERO Y LA LEY
Lo que hemos llamado la dialéctica del Uno y del Otro como requisito de separación y corte, condición necesaria para que pueda haber sujeto, puede detenerse allí: en esa relación diádica completa. Sí se detiene allí, sobrepasada la instancia del niño lobo, de la fortaleza vacía, llega a formarse esta unidad separada del otro aunque todavía distinta: estamos hablando del cuerpo imaginario de cada uno, equívoco centro de referencia de la subjetividad, núcleo de todos los reconocimientos-desconocimientos, de todos los espejismos.
Narciso, que frente a su imagen está siempre amenazado por la atracción que la imagen ejerce, con la mortalidad que conlleva. Un por ello es que la complementariedad absoluta del niño con la Madre separa, sí, pero aún no es significante de la diferencia. Clínicamente, las psicosis infantiles simbólicas nos dan muestra de lo que puede producir esta autosuficiencia diádica. Cuando falta un espacio colmado de carencia, ese espacio que para el hombre es abierto por el lenguaje en la ausencia de la cosa, cuando falta la ausencia de la Madre, Narcíso sucumbe en la profundidad del estanque e
En tal sentido, LACASTRACION relacionada con el Edipo (puerta de entrada en el Edipo en la mujer y exclusa de salida de Edipo en el hombre) es estructurante. Encontramos aquí en el fantasma originario que funda el complejo de castración, la razón que resignificaría a posteriori la diferencia entre el cero hombre y el ser mujer, esto que cada quien en uno u otro sentido, deberá llegar hacer.
En este sentido, la función paterna es la del tercero que separa a Narcíso de la fusión con su imagen, y a cada ser de la misma amenazante completitud: impone una carencia una castración que es motora del deseo que es requisito para que haya deseo. El Padre real es sólo el representante de esa ley de la que también él es un efecto. En esta triangulación contingente de la historicidad de individual la ley es el cuarto indiscutible. El Padre real no tiene en sí mismo ninguna completitud. Es más, su papel legislador se juega más alla de lo que conscientemente mueve su accionar, allí donde él tampoco sabe lo que hace. Cuando el Padre separa a su mujer, Madre de su hijo, busca el reconocimiento y la conservación de un lugar en el deseo de ella, del que teme ser desplazado por la completitud que el hijo a ella le proporciona. Filicidio de LAYO y deseo parricida de EDIPO. Es más, nos atrevemos a decir que el Padre real sólo puede cumplir con su papel, ocupar su lugar del castradora, en tanto que castrado en tanto que incompleto; porque si así no fuere ninguna pérdida lo amenazaría.
Aquí también encontramos el lugar y el sentido de esa antropología mitológica que Freud elaboró en Totem y Tabú. PorqueelPadre real se fundada por la castración, lo puede matar, pero al Padre muerto, el Padre de la horda primitiva, el Unvater, no; es inalcanzable, está muerto desde siempre. Es ese estar muerto desde siempre lo que otorga garantía y perennidad a la ley.

LA LUCHA DE LOS SEXOS.
Lacan siguiendo a Freud, nos ha enseñado el privilegio del no saber, del sinsentido como lugar donde un sentido nuevo puede aparecer y producirse.
Por eso como la diferencia de los sexos fundada por LACASTRACION pone en juego, de entrada y desde el principio, la lucha de los sexos. Los hombres quieren apropiarse de los hijos y para ello tratan de asegurar su dominio sobre las mujeres, entendiendo que a estas les pertenecen de acuerdo con la promesa Edípica. Pero también las mujeres se aferran a la promesa y se niegan a entregar a los hijos. La lucha de los sexos se centra en la lucha por los hijos. Lucha por un poder imaginario de consecuencias mortales para todos; porque si la Madre no renuncia al hijo no hay para este inclusión en ninguna subjetividad posible; por otra parte el hijo matará al Padre, para ser Padre a su vez, que tratará de matara a Edipo interminablemente.
Freud abre, desde otra perspectiva, las vías para comprender este dilema aparente de la oposición entre la familia y la sociedad, oposición de las mujeres ante la cultura: LACASTRACION es la que produce de un solo tiempo a la familia y a la sociedad. Oposición que decimos que es aparente porque la lucha de los sexos, que si existe esta en el interior y en el fundamento de la familia. Es lucha por anular LACASTRACION, es lucha por un FALO imposible que ninguno tiene ni es, ni puede ser entre familia y sociedad por otra parte, la oposición es tan aparente como la que se ha pretendido entre individuo y sociedad; ya que la familia es una forma específica de organización social encargada de reproducir a sus sujetos. No hay familias ni sociedad humana sin alguna forma de organización familiar

Para concluir citamos dos reparos históricos que atañen al tema de la lucha entre los sexos:
A) la contradicción y lucha entre los sexos es más antigua que la contradicción y lucha de las clases. Las luchas de las clases no son las que han generado esta oposición. Por otro lado, es dable observar que la modificación histórica y el desarrollo de la lucha de clases a aportan características determinadas y concretas a la oposición entre los sexos, lo que lleva a que esta oposición se actualice en sus demandas y reivindicaciones según los momentos de la historia.
B) La subordinación de la mujer es universal, aunque he no tenemos aquí ni la investigación en la respuesta exhaustiva. El recurso a la antropología sobre este particular funciona a veces como convalidación de un mito o que mostraría que alguna vez en la historia existió o que existen grupos en algún lugar geográfico más o menos recóndito o en donde la relación de dominación está invertida. Por supuesto que no se trata ya de ninguna búsqueda de orígenes impresa y es bien sabido que todos los grupos étnicos estudiados presentan siempre y desde siempre un alto grado de complejidad en la organización social. Si decimos que es mítico es porque aún en las sociedades cuya organización de parentesco sigue líneas matriarcales la mujer y su descendencia, sin aparecer como supeditadas al poder y dominio de su marido están en directa dependencia. Dependencia de otro hombre, el Hermano de la Madre es el caso más es el caso más común.
Muchas gracias.

III. PULSION Y DESTINOS DE LA PULSION.
A esta altura sabemos que la sexualidad humana: “en y por el lenguaje”, no podría ser de otra manera en tanto que el hombre deviene humano por efectos de la palabra; espacio y tiempo que Lacan condensa en su concepto: “ el inconsciente está estructurado como un lenguaje”. Con posterioridad a Freud observamos que este concepto echa raíces sobre el modelo meta- psicológico que siempre incluye iii tipos de relación: tópico, económico, y dinámico.
El punto de vista tópico, es el principio o el punto de vista de las redes representativas.
El punto de vista económico es el punto clave de las cantidades que circulan de la fuerza del afecto,, del afecto, vocablo que bien traduce la cantidad y fuerza de la pulsión que circula en la red.
Y el punto de vista dinámico, es el punto de vista de la circulación misma y de los conflictos que pueden producirse en el sistema, o sea, algo que se halla en el punto de unión de lo tópico y lo económico.
¿Para qué sirve el aspecto esencial de este modelo en el plano de la histeria?. Es decir, ¿para qué sirve la disociación afecto- representación?. Para dar una idea simple del síntoma somático. Esto es de que todo conflicto psíquico desencadena en algo que adquiere las apariencias de una afección somática e incluso neurológica; lo que Freud denomina por conversión, mecanismo descrito como fundamental en la histeria. Y al utilizar el modelo de la conversión, Freud parte, precisamente de lo dinámico, del conflicto, y al partir del conflicto termina por descubrir su repercusión en lo tópico y en lo económico. En una palabra, lo que aporta Freud, lo que él mismo dice aportar, es la idea de que la histeria es una “ histeria de defensa”, respecto al goce, cuya combinación después de Lacan cuenta con un elemento totalmente nuevo, la distribución que constituye al oponer con respecto a la entrada del inconsciente, los dos campos: el del sujeto y el del Otro, y señala “ entre el sujeto y el Otro el inconsciente es corte –a”. El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que gobierna todo lo que podrá precertificarse del sujeto de un lado, y del y otro lado está el campo del viviente en el que tiene que aparecer el sujeto. (Z.Cuayal: “El Niño Busca al Sujeto en la Estructura”.Ed. Colinas 2002 pp.50-68). Es decir, el campo del viviente requerido a la subjetividad pone en escena la pulsión.

Desde el tiempo en que Freud articulaba su descubrimiento del inconsciente, es decir, los años 1900, o los que preceden anteriormente habrá articulado a la realidad inconsciente la realidad sexual. En cada ocasión Freud lo ha articulado, por así decirlo, con tesón y nos enseña, como dice él, “ los descubrimientos científicos que hemos hecho”. Sin embargo, no hemos de considerar, que la ciencia que hemos adquirido del sexo desde entonces, ha estado ahí desde siempre. Sabemos un poco más sobre sexo. Sabemos que la división sexual, en tanto que reina sobre la mayor parte de los seres vivos, esto que asegura el mantiene en y miento del ser de una especie. (Lacan libro XI, Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, Ed.Barral 1960 p.156).
Pregunta: ¿por qué comúnmente, en nuestro medio, al referirse al acto sexual, coito, se afirma: “ me la comí”, “ me comí dos y tres viejas”; como si se tratara del acto de alimentarse?
Cito a Néstor Braunstein (Goce, s. XXI Ed.1901 p.97), es la indistinción de lo biológico y los psicoanalítico la que lleva a pensar la sexualidad por analogía con la pulsión de nutrición, con el hambre, dentro del modelo de la necesidad y la satisfacción que le es esencialmente inadecuado o, mejor dicho, que sirve tan sólo para marcar las diferencias pues la sexualidad es lo que el apetito no es, a menos que se sexualice, se humanice, se dirija al hecho antes que o en lugar de la leche.
Freud no siempre pues claro al respecto, pues su primera teoría de las pulsiones se van a basaba en esta distinción esencial de las dos grandes necesidades: la de la conservación propia del individuo y la de la reproducción propia del especie que sería la que se explicaría a través de la pulsión sexual con suene lejía especifica, LA LIBIDO.
Pregunta: ¿Por qué en la telenovela “ Rosario Tijeras”, la señora asesina a los hombres con quien con quien hace el amor?
Es arriesgado precertificarse una respuesta la inmediata porque, si bien es un caso descriptivo en donde usted como televidente observa que este personaje articula lo sexual genital a la agresión, hasta el crimen, nada sabemos de la condición de este sujeto, es un caso que daría lugar a una investigación. Qualquier
respuesta sobre la etiología de dicho caso, no rebasaría la mera suposición, lo que se alcanza a detectar es del orden fenomenológico. Para nada imaginen que eso ocurre por azar.

En esta charla nos aproximamos a la otra dimensión de los Cuatro Conceptos Fundamentales para la experiencia analítica, la dimensión de la pulsión.
No es por casualidad que Freud escogió el término alemán Trieb para referirse a lo pulsional. Lacan en su seminario del 6 de mayo de 1964 nos enseña que: no hay necesidad de ir muy lejos en un análisis de adultos, basta con ser un practicante de niños, para conocer este elemento que da peso clínico a cada uno de los casos que tenemos que manejar que se llama, la pulsión. Pronto se filtra una pregunta: ¿lo que está en cuestión en referencia a la pulsión pertenece al registro del orgánico?
A través de la elaboración que Freud hace de la noción de pulsión podemos afirmar que: pulsión es un concepto límite que marca la diferencia entre lo biológico y lo psíquico.
La porción -el trieb, no es la presa no es la presión, no es el Drang aún aunque sólo sea por la siguiente razón: Freud en un artículo escrito en 1915 nos enseña que hay que distinguir cuatro términos en la pulsión: el Drang - la pulsión. La Quelle –la fuente. El Objekt –el objeto. El Ziel –el fin. Es importante recordar que el propio Freud nos dice al principio de este artículo que la PULSION es un concepto fundamental. No es tan natural como pensamos.
El concepto de pulsión en Freud presentará el interés de especificar en tanto <> la energía propia de la libido, distinta de <>. Esta sexualización de un tipo de pulsión encontrar a su primera base en la noción de zona ero gena. De la pulsión (Trieb) proveniente de fuentes no sexuales –simplemente motrices- se distinguirán en efecto, bajo la forma de pulsiones parciales, la contribución de los órganos receptores de excitación (piel, mucosas, órganos de los sentidos), y escribe en Freud –se puede describir como <> al órgano <>.
Sólo hay un modo de llegar a conclusiones útiles acerca de la pulsión sexual en las NEUROPSICOSIS (histeria, neurosis obsesiva, la llamada neuras tenía), a lo que hoy podríamos agregar el estrés, y consiste en someterlas a investigación psicoanalítica, si siguiendo el método practicado por Breuer ya en 1893, y que entonces denominamos tratamiento <> que con el caso de Ana O. y su explícita la frase: “ Tolking cure” (cura a través de la palabra), que devendrá PSICOANÁLIS.

En 1905 en Tres Ensayos, se advierte una gran oposición entre la sexualidad infantil y la sexualidad adulta, si en establecer fases Freud se refiere a tipos de organización. En la tercera parte de esta obra y ya en 1920 hay un y pasé muy importante, el de la “ teoría de la libido”.
En cambio, nos enseña Néstor Braunstein en Goce, no se hincó e incorporó en “Los Tres Ensayos” lo que habría devenir, poco más o menos alrededor de 1920 cuando logró incorporar lo que hoy se denomina PULSION de muerte. Concierne a la segunda TOPICA de las pulsiones, en síntesis dice: “pulsión, pulsión de muerte”. Es claro que Freud atribuye una diferenciación a los términos: pulsión en instinto que en alemán aparecen como sinónimos. El Trieb, la pulsión, es con respecto al instinto o algo que no se halla predeterminado. Y sin embargo, existe algo de en el hombre en análogo al instinto: es la Fantasía, es decir, cierto guión imaginario, fija finalmente el desarrollo de la pulsión. Ya la hipótesis freudiana asevera que las fantasías individuales se relacionan a su vez con fantasías a las que Freud llama fantasías originarias: escena originaria, castración, seducción.
No siempre es fácil distinguir en un fenómeno pulsional pero siempre están presentes los cuatros términos arriba nombrados: 1) La fuerza (Drang).
2) El fin (Ziel)
3) El objeto (Objekt)
4) La fuente (Quelle).

La PULSION y destinos de la pulsión:
Tendremos que su de circunscribir a las pulsiones sexuales mejor conocidas por nosotros, la indagación de los destinos que las pulsiones pueden experimentar en el curso de su desarrollo. Las observaciones nos enseñan a reconocer, como destinos de pulsión de esa índole, los siguientes:
A) El trastorno o hacia lo contrario.
B) La vuelta hacia la persona propia.
C) La represión.
D) La sublimación.
Trataremos a continuación de explicar aquí este apartado con base en las preguntas ustedes.
Muchas gracias.

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